miércoles, 24 de febrero de 2016

El poeta y la musa.

Cómo se viene cantando la musa
cómo se viene escribiendo el poeta
poemas sobre la musa en sus letras
letras que denotan que él la busca.

Hace tiempo que no sigue la ruta
que se perdió por la musa en sus pecas
que toca sus lunares y los resta
que ella ya no está ya no la suma.

Es un matemático de la carne
doctorado en ello y sin trabajo
dejado por la musa en una tarde

El poeta es artista y traza el trazo
de la musa es ese lienzo que arde
lienzo en el que él imagina un abrazo.

sábado, 9 de enero de 2016

POST-IT

Perdón por irme sin avisar,
por volver cuando me place.
Perdón por ser tan kamikaze,
y dejarme llevar.
Perdón por no comer contigo,
y por cenar sin ti,
por odiar la rutina,
por no saber vivir,
como lo haces tú.
Perdón por huir 
cuando me puede el orgullo
cuando en la discusión
tienes tú la razón.
Perdón por no quererte tanto
por no quererme tanto.
Perdón por no saber qué decir
cuando me toca pedir perdón.
Perdón por ser tan insegura
por pensar que estarías mejor sin mí
por escaparme lejos
a veces,
por dejar todo esto en un post-it.

El fin de los días.

Habréis oído hablar de mí. Soy el Dios del Bosque. El día en el que se vislumbró el primer atisbo de naturaleza, ahí estaba yo. Hace millones de años, cuando la humanidad aún no habitaba la Tierra, cree unas entidades microscópicas que protegerían para siempre a toda mi familia. Hasta que llegaron ellos. Los humanos. Lo que ellos llamaron ''evolución'' fue ''destrucción'' para todos nosotros. Construyeron máquinas, artefactos que aniquilaban todo a su paso, los llamaron 'armas' y empezaron a matarse entre ellos. Después de una gran guerra, el mundo quedó arrasado por su estupidez, muchos bosques cayeron, y poco después, toda la podredumbre que ellos trajeron se incorporó a las entidades que había creado para proteger la naturaleza, y esto afectó a los bosques que habían sobrevivido y que yo cuidaba con tanto esmero. La infección no solo fue a parar a los bosques, las personas quedaban contagiadas y morían una tras otra. Empezaron a aislarse en poblados para sobrevivir. Para arreglarlo, yo creé unos seres que les transmitieran lo que estaba ocurriendo, ya que no podía comunicarme directamente con ellos. Los estúpidos humanos, sosteniendo que la culpa de la infección era de mis bosques, los atacaron creyendo que iban a ser contagiados, y utilizaron su dura piel para construir más murallas, y más armas. Yo intentaba unirlo todo de nuevo y ellos solo querían separarlo y destruirlo. Los odiaba, los despreciaba, y aún así protegí de la infección a una niña que había entrado en mi bosque. Ni el menor de mis árboles era tan pequeño e inocente como esa niña que quería arreglar el mundo. Al tropezar, cayó en un agujero. La entrada al bosque subterráneo. Ella pudo ver cómo mis entidades protegían a las raíces centenarias de los árboles que aún sobrevivían, y quedó fascinada. Se acercó a uno de los Kaju, los seres que había creado, y que se convirtieron en monstruos tras ser atacados por los seres humanos, pero este no hirió a la niña y ella no tuvo miedo. Pudo ver la hermosa forma de estas criaturas cuando no estaban enfurecidas, y lo comprendió todo. Los bosques, los monstruos, ellos no tenían la culpa de todas las catástrofes. Había una forma pacífica de arreglarlo. De sanar la enfermedad. Tenía que contarlo, así que volvió rápidamente a su poblado e intentó explicárselo a su familia y amigos. Pero como desde hace tiempo, nadie la creía. Era demasiado tarde. Los humanos estaban organizándose para destruir todos los bosques que quedaban y eliminar la infección de raíz, o al menos eso pensaban. Días después ya estaba preparados para la última guerra. Todas sus armas apuntaban a los bosques y todos mis monstruos se situaban ante ellos esperando poder defender la última esperanza de la humanidad. En el momento en el que la inocente niña enfrentó a todos esos humanos, puso una flor en cada una de sus armas e intentó salvarnos, tuve algo de fe, un sentimiento como la esperanza, inapropiado para un Dios del Bosque. Pero todo eso se desvaneció en un momento. La niña expresó su deseo de mantenerse firme y proteger el bosque. Y sus propios amigos, su propia familia, dispararon. Arrasaron todas y cada una de las formas de vida que existían, y muchos de ellos murieron devorados por mis monstruos. Era la escena más indecorosa que había visto en los millones de años que había vivido. En medio del campo de batalla, vi el cuerpo de la niña desvaneciéndose junto al más pequeño de mis árboles, y el último. Me adentré en ese árbol, y pude sentir el suave tacto de la niña abrazándome, mientras nos fusionábamos. Era el fin de los días.

Un mundo de olores.

Me despierta el olor a café que está preparando mi esposa. Lo deja en la mesita de noche y se acerca a mí. Huele tan bien como siempre, lleva esa colonia que me gusta tanto. Me besa y me dice que llegamos tarde. Después de tomarme el café, voy hacia mi armario y lo abro. Siento el olor de la oficina que proviene de mis trajes. No, hoy no. Este día huele demasiado bien. Cojo a mi esposa en brazos y la llevo hasta el coche. Pienso en ir a mi lugar preferido. Ella se queja, pero se lo explico con un beso de sabor amargo café y cede. Llegamos. Aquí es. Un prado en un acantilado. Dejo el coche lejos, junto el olor a ciudad y a gasolina, cojo a mi esposa de la mano y corro hacia el lugar. Ese prado que tanto me recuerda a mis abuelos y al pueblo por sus olores. En mi paraíso hay todo tipo de flores, incluso las que no deberían estar ahí, es un lugar milagroso. Huele a rosas, a lirios, a margaritas, a claveles, a tulipanes y a muchas flores más que se mezclan con el olor del agua salada golpeando en las rocas. Es un lugar ideal para vivir.
Pero hoy no. Despierto de mis recuerdos soleados. Ahora estoy aquí solo. Es un día de lluvia, siempre me han gustado. El olor a humedad es un buen olor, así que hoy es un buen día para morir. Mi esposa ya lo hizo aquel día. Fue un accidente de tráfico. No pude protegerla. Perdí a mi persona especial por estar disfrutando de mi lugar especial.
Acabaré mi vida aquí para vengarme de este paraíso por ser tan perfecto, por arrebatarme a mi esposa. Y me tiro al vacío. Dicen que en tus últimos momentos ves tu vida pasar.
A mí me invade el olor de aquella colonia que tenía todos los olores del mundo, de mi mundo.