lunes, 4 de agosto de 2014

Libertad.

Mucha gente dice que algo como la libertad no existe, que estamos atados a algo desde que nacemos. Primero a nuestros padres, luego a unos estudios, a una hipoteca, a muchas deudas por pagar... Pero yo no lo creo así. Yo creo que sí se puede ser libre. ¿Qué tal si ser libre no significa ser libre, sino que ser libre significa 'sentirse libre'? Sí. Todos nos hemos sentido libres muchas veces aunque sea solo por unos momentos. Cuando tu padre te montaba en su espalda y estabas más alto que nadie, la primera vez que te quedas solo/a en casa, escuchando tu canción favorita y solo concentrándote en ella, un primer beso, esas risas que son de verdad junto a tus amigos/as, ir a un sitio relajado en el que todo está en silencio y que sople ese viento suave que te acaricia la cara, cuando te comes un helado de chocolate gigante sin pensar en las consecuencias, el primer día de vacaciones, ese instante en el que te lanzas a la piscina y los pensamientos se alejan... Y todos los minutos que nos quedan por vivir, llenos de estos momentos y muchos otros más. Porque para ser libre solo te necesitas a ti mismo y la sensación de que eres libre.

Pos yasta, eso era.

Hace ya un año más o menos. A veces hasta pensaba en suicidarme. No es que hubiera pasado por algún suceso que me deprimiera, hasta lo deseaba. Era todo lo contrario. Me sentía vacía. Mi vida estaba vacía. Mis sentimientos estaban vacíos. Hasta mis pensamientos. Decía y hacía todo lo que decían y hacían los demás (más o menos), y era todo aburrido. Entonces un día, por casualidad, empecé con un anime. Cuando me di cuenta estaba viendo diez capítulos por día y no tenía tiempo para nada más. Al terminarlo, empecé a investigar sobre todo este mundo y descubrí que había muchos más. Empecé a apuntarlos y creé una lista que no podría terminar en dos vidas. A medida que iba viendo más animes y leyendo más mangas, mi vida tenía más sentido. Me identificaba con algunos personajes, reía con ellos, lloraba con ellos, odiaba a otros y sentía mucha impotencia cuando el malo vencía, o emoción en los momentos épicos. Empecé a tener mi propia opinión sobre todo y a, por decirlo de alguna forma, colorear algo que antes estaba totalmente en blanco y negro. No podía pensar en suicidarme cuando tenía tantas cosas por descubrir, y las sigo teniendo. Y no solo eso. Ahora he conocido gente con la que puedo hablar sobre todo lo que me gusta y compartir mis sentimientos, aunque no sea cara a cara, no me importa que sea a través de una red social. Hay veces en las que se burlan, pero no conocen el sentimiento que se vive. Unas personas a las que no conoces han decidido crear historias que han hecho felices a miles de personas, y estoy muy agradecida por ello.